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Centro Cultural Toma de Zacatecas; corrupción transexenal 2010-2021

Centro Cultural Toma de Zacatecas; corrupción transexenal 2010-2021

Ciudades lunes 28 de junio de 2021 - 02:05

Por Andrés Méndez

(Primera entrega)

Uno de los monumentos a la arrogancia y la corrupción del sexenio de Miguel Alonso Reyes (2010-2016) y la permisibilidad “amigable” de su sucedáneo, Alejandro Tello Cristerna (2016-2021) es la onerosa aunque ineficiente construcción del Centro Cultural Toma de Zacatecas, emblema al dispendio de recursos públicos en ambos periodos de gobierno, inmueble que nadie ha querido administrar, “ni aunque se los brindaran regalado”.

Estratégicamente ubicado a un costado del Parque Ecológico, que también tiene su estela de corrupción, la obra comenzó a erigirse después del centenario de la Toma de Zacatecas (2014) un año más tarde, en 2015, durante el último periodo de gobierno de Miguel Alejandro Alonso Reyes.

De manera inicial, dicho proyecto arquitectónico dispuso de una cifra cercana a 250 millones de pesos pero más tarde subió a 500 millones y de él se dijo que sería, entre otras cosas, el foro cultural más importante dentro de Zacatecas e incluso en todo el país, “enclavado en la zona centro-norte”.

Así fue como se le definió aun cuando durante su concierto inaugural, ocurrido entre múltiples fallas técnicas y arquitectónicas se le condenara primero al fracaso; al olvido, después y, con posterioridad a la maldición, ya que hoy nadie lo quiere ni regalado porque en boca de muchos se trata de un edificio “apestado”.

La superficie sobre la que esa fallida obra se encuentra cimentada, al nororiente de la capital zacatecana -cerca de la confluencia a Vetagrande y a unos pasos del Instituto Zacatecano de Cultura en la colonia Gustavo Díaz Ordaz- es de 20 mil 500 metros cuadrados y su aforo “sería” para 4 mil 200 personas en el área de butaquería.

Sin embargo, más tarde y acorde con observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) del año 2017, trascendió que los recursos para su edificación fueron gestionados para los festejos del centenario de la Toma de Zacatecas 1914-2014, hecho para el cual se etiquetaron 400 millones de pesos desde la Federación y no los 500 de los que inicialmente se habló en gobierno estatal.

Posterior a que, mediante bombo y platillo se le anunciara en 2014 como una magna obra cultural-arquitectónica, se le dio por inaugurado casi dos años después por funcionarios oficiales aun a sabiendas de que observaba multiplicidad de defectos físicos con los cuales sería imposible realizar presentaciones de eventos culturales y artísticos de manera regular.

Justo en el momento de celebrar su anuncio, el entonces gobernador Miguel Alonso Reyes llamó a los encargados de la obra a redoblar esfuerzos para concluirlo antes de que culminara su administración (2016); entonces se le informó al gobernador en ese instante que “el Centro Cultural Toma de Zacatecas tenía un avance de 90 por ciento” pero al siguiente mes de agosto, otro nuevo boletín oficial de Gobierno del Estado decía que “el avance era ahora de 95 por ciento”.

A pesar de todos aquellos presagios sobre lo que sería “la magna obra en materia de cultura del sexenio alonsista”, el 11 de septiembre de 2016 se le inauguró en medio de goteras y multiplicidad de desperfectos durante el concierto de la cantante Dulce, quien estuvo acompañada de la Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas y el tenor Fernando de la Mora.

Poco después las autoridades intentaron corregir el desastre y refirieron que “las deficiencias se debieron a fallas porque los avances no eran de 90 a 95 por ciento sino de apenas 70 por ciento”.

Entre los desperfectos que tuvieron lugar en el concierto inaugural que de manera irónica fue el último, en calidad de debut y despedida, se pudieron apreciar a simple vista errores relativos a multiplicidad de goteras que en ese momento formaron encharcamientos de diversos tamaños al interior del inmueble y escaleras que ponían en riesgo la movilidad de usuarios al no contar con barandales para asirse.

De igual manera, las personas con discapacidad no contaban con rampas de acceso y las butacas fueron colocadas sin orden ni concierto.

Quienes acudieron a la inauguración denunciaron un espacio en obra negra, inundado, son aguas obre las butacas recién colocadas, con las paredes en grisalla de cemento, los climas artificiales no funcionaron jamás, mientas que la iluminación y el audio durante el concierto fueron contratados de manera externa, los equipos del recinto aún no fueron colocados, al igual que los elevadores y sanitarios.

“Era como un cascarón que daba tristeza; frío, construido para halagar el ego de un gobernante que, a punto de despedirse, requería la aprobación de sus súbditos aun cuando el teatrito estaba que se venía abajo”.

Hasta ese momento se habían invertido en la obra cerca de 187 millones de pesos de los 400 anunciados por la Federación y que, en voz de gobierno estatal serían algo así como 500; es decir, había una marcada diferencia de alrededor de 100 millones de pesos entre las cifras brindadas por los gobiernos federal y estatal.

En medio de todos esos desaguisados, el gobierno de Alejandro Tello declaró en 2018 que el inmueble sería concesionado a empresas de capital privado, de manera que el titular de Turismo en la entidad, Eduardo Yarto Aponte informó que el edificio se encauzaría al servicio de la industria del espectáculo pero éstas declinaron el ofrecimiento al referir que “en sí, el edificio no resultaba rentable”.

Con posterioridad, se le ofreció al Legislativo local, instante en el cual Alejandro Tello afirmó que, de adquirirlo y servir a los fines del Congreso estatal, éste “podría aprovechar su infraestructura, además de reducir al menos un tercio el presupuesto para la adquisición de un nuevo edificio para uso exclusivo de la Cámara y, con ello, canalizar esos fondos al desarrollo de obra social”.

Pero aquella Legislatura del Congreso del Estado de Zacatecas se negó de manera rotunda a adquirirlo.

Más tarde se propuso para ser utilizado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para que sobre él desarrollara el proyecto Punto México Conectado como símbolo de lo que, en su nivel, sería el más grande enlace de comunicación a nivel nacional, oferta que, de igual manera, fue rechazada por los interesados.

En otro momento, se le quiso destinar a labores completamente distintas para las que fue originalmente diseñado, al intentar transformársele en centro de capacitación policiaca, con la misma respuesta negativa.

Para concluir con la historia de ofrecimientos declinados por todos y cada uno de los posibles receptores, se le quiso convertir en uno de los primeros bachilleratos militarizados bajo el diseño y administración de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y gobierno del estado, que se ha cumplido a medias porque el área de espectáculos se mantiene intacta.

El 18 de febrero de 2017 a casi medio año de que Tello asumiera el cargo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró multiplicidad de observaciones al Centro Cultural Toma de Zacatecas, en la modalidad de que “hubo diversas obras pagadas pero no ejecutadas”.

En respuesta, el entonces secretario de Infraestructura en el estado, Francisco Ibargüengoitia, dio a conocer que “tales trabajos se realizaron en dos etapas: la primera, mediante inversión de 250 millones de pesos y la segunda con 90 millones de pesos más”.
Ibargüengoitia refirió que dentro de los dos contratos “se involucraron algunos conceptos que dentro de la logística propia de la obra fueron pronosticados como parte del suministro de algunos equipos pero dejando de lado, pendiente, la propia instalación de los mismos”.

Tal fue el caso de las butacas, parte del equipamiento señalado en la observación de la ASF para la cuenta pública iniciada en 2015.

El funcionario dijo que incluso estuvieron en la ASF con el fin de atender la observación concreta por lo que se pudo constatar que los equipamientos ya no se encontraban instalados y ni siquiera en bodegas dentro del propio centro cultural y agregó que “posteriormente hubo una visita de personal de la ASF en la que se observó que la butaquería estaba concluida”.

Francisco Ibargüengoitia Borrego, secretario de Infraestructura en ese entonces y quien no terminó el proyecto e incluso negó afectaciones como el colapso del techo durante su edificación y que se demostró en fallas durante la inauguración fue ratificado en el puesto durante la actual administración e incluso tiempo después le fue creado el puesto de coordinador de Proyectos Estratégicos, como premio a una serie de obras que no terminó y en las que se incrementó el presupuesto de manera exponencial.

Foto: Nallely de León

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/CR

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